Muchas veces hemos oído hablar de la educación emocional, de lo importante que es y de lo poco que se trabaja. Pero, ¿esto es realmente así? Hoy hablamos del concepto y de por qué es la asignatura pendiente del siglo XXI.
Definir la educación emocional es clave
No es nada fácil proporcionar una definición acertada para este término. Pero podemos decir que la educación emocional es un proceso educativo, continuo y permanente. Que tiene como objetivo potenciar el desarrollo de las competencias emocionales, como elemento esencial del desarrollo integral de la persona (Bisquerra, 2003).
Con esta definición nos queda claro que este tipo de educación es fundamental para desarrollar nuestra personalidad y gestionar nuestras emociones de manera adecuada. Pero, ¿se está trabajando la educación emocional en centros educativos? La respuesta es clara: no tanto como se debería.
En el mundo actual, donde las tecnologías reinan, acceder a información o relacionarnos con otras personas no es tarea difícil. Contamos con la inmediatez que nos ofrecen los distintos canales de comunicación, pero ¿qué ocurre cara a cara? ¿Entablamos conversaciones con facilidad y nos expresamos adecuadamente? Podríamos decir que esto va en la persona, en su actitud ante la vida y su forma de ser. Pero si esa persona cuenta con ciertas nociones de educación emocional, su desarrollo afectivo será mayor. Y, por tanto, el manejo, identificación, expresión y control de las emociones, será más acertado.
¿Educación emocional en adultos?
A pesar de que este tipo de educación se trabaja en edades tempranas (normalmente durante la infancia), son muchos los centros educativos para adolescentes y adultos que están implementando acciones para trabajar las emociones, sea cual sea la edad.
Si bien y aunque en la etapa adulta se cuenta con una mayor estabilidad emocional, también se cuenta con más compromisos a los que enfrentarnos. Por lo que es importante tener el control de nuestras emociones y saber gestionarlas de manera adecuada. Ya que una mala gestión de éstas puede derivar en una crisis. Una de las claves: la conciliación entre el “debo” y el “quiero” pero, ¿qué quiere decir esto?
El término “conciliación” está a la orden del día y es que, compatibilizar compromisos profesionales y personales se convierte en la clave para alcanzar la felicidad. La educación emocional es, por tanto, una de las herramientas para hacer que esta conciliación sea posible. Llevar adelante varios aspectos de nuestra vida puede provocar emociones satisfactorias, pero también frustrantes. Por lo que si trabajamos la educación emocional, sabremos afrontarlas de forma saludable y responder ante contratiempos.
Y, ¿cómo hacemos esto? Te dejamos unas pautas para trabajar tus emociones:
Date espacio
Busca tiempo para ti mismo, donde puedas reflexionar y aclarar tus ideas.
Tener limitaciones no te hace débil
Conócete y no tengas miedo a pedir ayuda. Todos necesitamos que “nos echen un cable” en algún momento de nuestra vida.
Orden sí, rutina no
A pesar de que queda muy bonito decir que no queremos caer en la rutina es prácticamente imposible evitarla. Aún así, intenta marcarte nuevas metas a corto y largo plazo que puedan motivarte y por tanto, fomentar emociones positivas.
Open your mind
Sal, escucha, observa y mézclate. No te encasilles e intenta abrir tu mente.
Con estas pautas, lo de gestionar las emociones no será una tarea demasiado complicada. Así que recuerda, relájate y… ¡busca el equilibrio!
Autor: Audiolís
Foto de: Alexis Brown en Unsplash